La primera reflexión que me hago es "que no quiero para los demás, lo que para mí mismo no quisiera", o sea, he comenzado por valorar todo aquello que buscaba en tantas presentaciones que me han hecho durante el tiempo que he estado como responsable de la función. Son muchas las presentaciones que me han hecho, y os aseguro que han sido de "todos los colores", y eso que algunas me las he ahorrado por la vía de utilizar a mi secretaria como excusa (no estoy planteando nada poco ético porque todos lo hemos hecho, sino de dónde sacaríamos tiempo para hacer nuestro trabajo si no descartáramos reuniones de presentación de servicios que a veces ni nos hacen falta o no entran dentro del planteamiento de gasto de la Dirección General).
Y a estas alturas, os preguntareis a que conclusiones ha llegado este individuo.
Empezamos:
1. Soluciones prácticas y de fácil puesta en marcha y comprensión por el resto de la empresa.
Mi idea de consultoría es la que probablemente todos tengamos en mente, y que por suerte, las pequeñas consultoras se han dado cuenta que deben aplicar, y no es otra cosa que aportar soluciones prácticas a los clientes, huyendo de los logaritmos neperianos (¿cuántos habéis utilizado un logaritmo de los que nos enseñaron en la facultad? ¿y estadísticas complejas?), es decir, soluciones que sean fácil de utilizar y que todo el mundo las entienda. Recordad que en nuestra posición, uno de nuestros interlocutores suelen ser los representantes de los trabajadores y a estos no les vayas con grandes complejidades; la verdad, es que lo mismo aplica para el resto de la organización, incluido la Dirección, pues lo que quieren es comprender porque hacemos las cosas. Cuando hablo de fácil puesta en marcha pues me refiero a que por ahí existen grandes ideas que sobre el papel se sustentan muy fácilmente, pero que cuándo se aplican en el mundo de los negocios, requieren muchos esfuerzos de implantación, análisis, resultados complejos que no se entienden, o una ingente fuerza humana en gestionar la información para ponerlo en práctica.
2. Soluciones ajustadas a las necesidades de hoy, bastante tenemos con el presente que si tenemos que vender el futuro difícilmente convenceremos.
Esto sobre todo ocurre cuando compramos aplicaciones de gestión. Nos encontramos con un magnífico ERP, o similar, que nos solucionará todos nuestros problemas en la gestión de personas, pero que en realidad lo que nos añade es más presión a nuestro trabajo, pues después de desembolsar una gran suma de dinero, no sin antes haber quemado muchas energías en convencer a más de uno de sus bondades, nos encontramos que para que esto sea rentable deberemos poner en marcha una política de gestión de formación, una evaluación de competencias, otra de desempeño, un inventario de puestos de trabajo, una nómina, una política de planes de carrera, un ficha de trabajador, un backoffice genial,…, y todo ello, en un plazo de seis meses y además formándonos al mismo tiempo, o sea una locura. La realidad es que probablemente, rentabilicemos la inversión realizada en 3 – 5 años.
Debemos volcarnos en soluciones que sean escalables y que cumplan nuestras premisas actuales, no sin perder el objetivo de futuro, es decir de que puedan crecer según las necesidades que vayamos identificando.
3. Soluciones con un coste ajustado con el fin de poder facilitar la decisión de ponerlas en práctica.
El esfuerzo que dedicamos a convencer a nuestros Directores Generales es exponencial cuánto más caras son las soluciones, tanto de consultoría como de cualquier otro servicio o producto. Y muchas veces pagamos más de lo que recibimos, porque en definitiva nos lo hace tal o cual firma súper conocida. Esto es como la ropa, pagamos la marca. Por suerte, la crisis ha puesto bastante orden en este tema, y cada día más los pequeños y más cercanos con precios más ajustados consiguen clientes que hace unos años difícilmente alcanzaban.
En definitiva, se trata de pagar de forma razonable al resultado que se obtiene, pudiendo con ello facilitar la toma de decisión. Y si a esto añadimos, pagar por el uso, en el caso de herramientas informáticas de gestión aún es mejor. Pero de esto ya hablaremos más adelante.
4. Soluciones que permitan valorar el retorno de la inversión que se realiza.
Siempre he echado de menos que alguien viniera a venderme un servicio y me dijera “mira, esto te costará tanto pero podemos recuperar tanto otro después de ponerlo en práctica”. Este es el apartado más difícil, pues si algo adolece a Recursos Humanos es su capacidad de poder valorar las acciones que lleva a cabo. Alguno de vosotros puede decirme ¿cuánto incrementan las ventas en tal producto después de realizar una formación a su red? ¿cuánto nos incrementa la productividad al incorporar a un nuevo responsable de un equipo?
Este apartado pretendo abordarlo con cautela, pues requiere un trabajo previo de investigación para no dar falsas expectativas, pero creo que puede trabajarse en ello y conseguir empezar a valorar el retorno de inversión de las acciones que se realizan.
5. Un interlocutor único que facilite todos los servicios relacionados, o por lo menos que nos ayude en los procesos de decisión posteriores.
Muchas veces, las decisiones que tomamos no se solucionan con un único proveedor, sino debemos acabar buscando varios que nos den soporte en diferentes áreas, y eso es un trabajo añadido, pues requerirá explicar a cada uno lo que esperamos de ellos, y además hacer nosotros mismos de “correa de distribución” para que exista coherencia con todo el conjunto.
Hay que dar soluciones encaminadas a que la “correa de distribución” sea el consultor que además de ayudarnos en el desarrollo de la idea, sea un facilitador de todo el conjunto.
6. Un interlocutor que no se vaya cuándo haya hecho parte de su trabajo (reingeniería), y que después se va a otro cliente y vuelta a empezar.
Buscamos socios, compañeros de viaje, amigos que nos entiendan y que estén a nuestro lado, no sólo en el proceso de reingeniería, sino en todo el desarrollo y porque no, nos ayude meses después mediante sus aportaciones. No es la primera vez, que se implanta un nuevo proceso muy bien arropado por los consultores, estos se van, y al cabo de unos meses, no se parece en nada a lo que se había planteado en el proceso inicial. Necesitamos que nos guíen sobre todo en los primeros pasos, es como cuándo somos pequeños, necesitamos que nos enseñen a andar, y cuándo damos los primeros pasos, que nos vigilen para no caer.
Y como he dicho antes, después de valorar mi proyecto, esto son los valores principales que considero necesarios para poder abordar esta nueva etapa. Lo dicho “No quiero para mis futuros clientes, lo que no quisiera para mí mismo”.
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